jueves, 1 de marzo de 2012


PALABRA DEL DÍA

Mt 5,20-26

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “renegado”, merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.”

REFLEXIÓN

                Es hermosa la imagen del sol que brilla para todos los hombres sin discriminar a nadie. Si Dios tuviera que castigar cada vez a sus “enemigos”, ¡menudo lío! ¿Y qué pasa con nosotros? En el fondo de la idea de castigo está la de una justicia del “ojo por ojo y diente por diente”. Tal falta será reparada con tal sanción. Dios no es así: no castiga, convierte. No pierde el tiempo en ver lo que pasa, va derecho al corazón.

            “Vosotros, pues, sed perfectos…”. Y la perfección se concreta en el perdón, que es el don por excelencia. Perdonar es recrear, liberar, creer en el otro, abrirle la posibilidad de una nueva vida. ¿Escuchará esta vez? ¿Todos nuestros enemigos se harán nuestros amigos en la medida de nuestro perdón? Nada es menos cierto; pero lo que se nos pide es que actuemos como Dios. El futuro es de él: no le cerremos la puerta con nuestra dureza. Además, la historia de Dios con los hombres lo atestigua: cuando el amor es totalmente desarmado, se convierte en lo que verdaderamente desarma. Ahí está una ley nueva, la ley del Reino. Supone una mirada distinta al mundo que sólo se comprende desde la fe. Pero, a este nivel, es la ley más eficaz que jamás se haya imaginado. La ley del Dios vivo.

ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR

Jesús nos pide que el mal sea vencido por el bien.

Jesús despliega, pues, un futuro. El hombre que se encierra en el odio desea la eliminación de su enemigo. Si se conmueve ante la bondad que se le testimonia, renunciará quizás al mal y se volverá él mismo bueno. El bien habrá vencido al mal. El perdón abre un espacio de libertad y postula una lógica distinta de la del mal.

“Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. Aplicar el Evangelio a la perfección. Pero ¿no puede ser descorazonador? ¿Quién puede llegar a conseguirlo? La perfección de Dios es el amor, así es el que ama, de verdad.

ORACIÓN FINAL

Señor, al final de cada Eucaristía nos envías con un encargo: “Sed santos”. Quiero tomarme esto en serio y preocuparme de lo que tú quieres. Amar generosamente en las mil ocasiones que me va brindando el día. Al estilo de Cristo. Amén.

Tomás García Torres




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