PALABRA DEL DÍA
Mt 9,14-15
En aquel
tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: “¿Por qué
nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no
ayunan?”. Jesús les dijo: “¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda,
mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y
entonces ayunarán”.
REFLEXIÓN
EL AYUNO
QUE DIOS QUIERE.
Una pregunta
malintencionada: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus
discípulos no ayunan?”. Jesús, que había ayunado durante cuarenta días
en el desierto, responde: “¿Es que pueden guardar luto los amigos del
novio mientras el novio está con ellos?”. No se estila ayunar en las
bodas. Jesús es el novio de los esponsales de Dios con su nuevo pueblo y con la
nueva humanidad de los tiempos mesiánicos, inaugurado por el reino de Dios en
la persona de Cristo. “Llegará un día en que se lleven al novio,
y entonces ayunarán”, concluye Jesús. Cuando les falte el novio
–alusión probable a la muerte violenta de Jesús-, entonces ayunarán sus amigos
y discípulos. Es decir, el sentido figurado del ayuno, sufrirán tristeza y
desolación, dificultades y persecución por serle fieles en la misión recibida.
Pero a partir de Jesús, cumplido el
tiempo de la espera, el ayuno no tendrá el mismo significado de antes.
No olvidemos que el
ayuno que el Señor quiere es la conversión a él y al amor de los hermanos, es
el ayuno del egoísmo, compartiendo con los demás lo que se tiene.
ENTRA EN TU INTERIOR
Aunque se haya mitigado el ayuno
de alimentos, no se ha mitigado el ayuno del vicio y del pecado, de la soberbia
y de la lujuria, de la obsesión de tener y gastar: San Agustín decía; “Para ayunar de veras hay que abstenerse, antes de
nada, de todo pecado”.
Y de acuerdo con el precioso texto del profeta Isaías que nos
ofrece la liturgia hoy, no olvidemos un vicio del que hemos de ayunar siempre,
y más en Cuaresma: la fiebre del consumismo. Porque es una bofetada a tantos
hermanos y hermanas nuestros que padecen necesidad.
“El ayuno que Dios quiere es
este: partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir
al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne”
ORA EN TU INTERIOR
Gracias, Padre, por este tiempo
de conversión, de cambio. Te bendecimos por Cristo, en quién brilla la
esperanza. Te alabamos por el Espíritu que viene a renovarnos en santidad.
Haz, Señor, que comprendamos que
el ayuno que a ti te gusta es compartir lo nuestro con los hermanos que pasan necesidad.
ORACIÓN
FINAL
Te pedimos
por los que malogran su vida amontonando cosas: que descubran el valor de la
pobreza, que sean capaces de cambiar el deseo de poseer, de tener, por el
anhelo de compartir. Te encomendamos a los que carecen aún de lo necesario para
vivir con dignidad, que encuentren la ayuda de una mano generosa. Amén.
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