lunes, 20 de febrero de 2012

Viernes después de Ceniza


PALABRA DEL DÍA

Mt 9,14-15

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?”. Jesús les dijo: “¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán”.


REFLEXIÓN

EL AYUNO QUE DIOS QUIERE.

Una pregunta malintencionada: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?”. Jesús, que había ayunado durante cuarenta días en el desierto, responde: “¿Es que pueden guardar luto los amigos del novio mientras el novio está con ellos?”. No se estila ayunar en las bodas. Jesús es el novio de los esponsales de Dios con su nuevo pueblo y con la nueva humanidad de los tiempos mesiánicos, inaugurado por el reino de Dios en la persona de Cristo. “Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán”, concluye Jesús. Cuando les falte el novio –alusión probable a la muerte violenta de Jesús-, entonces ayunarán sus amigos y discípulos. Es decir, el sentido figurado del ayuno, sufrirán tristeza y desolación, dificultades y persecución por serle fieles en la misión recibida. Pero  a partir de Jesús, cumplido el tiempo de la espera, el ayuno no tendrá el mismo significado de antes.

No olvidemos que el ayuno que el Señor quiere es la conversión a él y al amor de los hermanos, es el ayuno del egoísmo, compartiendo con los demás lo que se tiene.

ENTRA EN TU INTERIOR

                Aunque se haya mitigado el ayuno de alimentos, no se ha mitigado el ayuno del vicio y del pecado, de la soberbia y de la lujuria, de la obsesión de tener y gastar: San Agustín decía; “Para  ayunar de veras hay que abstenerse, antes de nada, de todo pecado”.

                Y de acuerdo con el precioso texto del profeta Isaías que nos ofrece la liturgia hoy, no olvidemos un vicio del que hemos de ayunar siempre, y más en Cuaresma: la fiebre del consumismo. Porque es una bofetada a tantos hermanos y hermanas nuestros que padecen necesidad.

                “El ayuno que Dios quiere es este: partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne”

ORA EN TU INTERIOR

                Gracias, Padre, por este tiempo de conversión, de cambio. Te bendecimos por Cristo, en quién brilla la esperanza. Te alabamos por el Espíritu que viene a renovarnos en santidad.

                Haz, Señor, que comprendamos que el ayuno que a ti te gusta es compartir lo nuestro con los hermanos que pasan necesidad.

ORACIÓN FINAL

            Te pedimos por los que malogran su vida amontonando cosas: que descubran el valor de la pobreza, que sean capaces de cambiar el deseo de poseer, de tener, por el anhelo de compartir. Te encomendamos a los que carecen aún de lo necesario para vivir con dignidad, que encuentren la ayuda de una mano generosa. Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario