LA CUARESMA, UNA LLAMADA AL CAMBIO
¿A QUÉ CAMBIO? ¡TÚ SABRÁS!...
¡VIDA! ¡VIDA! CAMBIO AL DIOS DE LA
VIDA
AL QUE ES “CAMINO, VERDAD Y VIDA”
Dentro de unas horas comenzamos la cuaresma, y la comenzamos con una llamada al cambio: “Se
ha cumplido el plazo…convertíos y creed en el evangelio” (Mc 1,15)
Un día, Jesús,
camino de Cesarea de Felipe, le pregunta a sus discípulos: “Quién dice la gente que soy yo…”
La verdad es, que no es fácil
contestar a la pregunta. Con los labios decimos muchas cosas que luego negamos
con nuestra vida. Decimos que es nuestro Maestro, ¿pero estamos aprendiendo a
vivir de él y de sus enseñanzas? Le llamamos Señor, ¿pero no vivimos sirviendo
a otros señores como el dinero, el poder, el bienestar o el sexo? Lo confesamos
como Liberador y redentor, ¿pero no seguimos encadenados a ataduras que nos
impiden vivir al servicio del reino de Dios? Admitimos que Él es el camino que
debemos seguir, la verdad que debemos creer, y la vida que debemos vivir, ¿pero
no preferimos andar por nuestras propias veredas?.
Los apóstoles
no entendían a Jesús. Éste les estaba diciendo que su vida iba a terminar como
terminan los últimos de este mundo (juzgados, condenados y ejecutados como
malditos) y ellos se ponen a discutir sobre quién es el más importante. Él “último
de este mundo” En cambio, sus apóstoles pensaban al revés y aspiraban
justamente a lo contrario: a ser los primeros. Lo mismo sucede en nuestros
días: discutimos sobre quién tiene razón, quién es más católico, quién es más
fiel al Papa… Jesús nos volverá a decir: “El que quiera ser el primero deberá
ser el último de todos y servir a todos”.
Al final,
hermanas, hermanos, no hemos entendido nada. Por eso el Señor te regala este
tiempo de gracia y de salvación. Pablo describe la salvación como gracia, como don gratuito que hemos de
acoger, y nos invita: “os pedimos que os reconciliéis con Dios”.
Una llamada al cambio: “Se
ha cumplido el plazo…convertíos y creed en el evangelio”, (Mt 1,15)
Cierto, se ha cumplido el plazo, se
cumplió cuando un tal Jesús de Nazaret, un dudoso profeta y un más dudoso
mesías, irrumpió en la historia anunciando algo nuevo, algo distinto: “Mirad,
se ha cumplido el plazo” (….algo nuevo
alborea, ya está brotando, ¿no lo notáis? (Is 43,18)
Eso algo nuevo que alboreaba era un
plan de salvación para ti y para mí, para el hombre, para todo aquel que estaba
atado a la esclavitud de la enfermedad, del pecado, de la muerte. Algo nuevo
empieza a brotar. “Los ciegos ve, los sordos oyen, los leprosos quedan limpios, los
muertos resucitan y dichosos los que no se escandalizan de mí” Esto le contesta el “dudoso profeta” a los
enviados de Juan cuando van a preguntarle: “Eres tú el que ha de venir, o tenemos que
seguir esperando”.
Me temo que vivimos en una Iglesia
que sigue esperando, no tenemos una Iglesia que haya tomado, como su Maestro,
una opción preferencial por los pobres de este mundo. El Santo Padre Benedicto
XVI en el último Dicasterio donde se nombraron a los nuevos cardenales, (con
todos mis respetos, un cargo obsoleto, inservible, cuando tenemos (EL SÍNODO DE
LOS OBISPOS, LOS OBISPOS, AL MENOS SON SUCESORES DE LOS APÓSTOLES, ¿LOS
CARDENALES DE QUIÉN?) Obvió los
documentos que han salido en los medios con luchas de poder internas, pero les
pidió a los nuevos Cardenales “austeridad de vida”.
Esas palabras, evidencian, que alguna
lucha de poder hay.
Al final, volvemos al principio, no
hemos entendido nada: “Por el camino iban discutiendo quien era el
más importante” (Mc. 9,30ss)
El más importante, hermanas y
hermanos es el que se convierte en siervo, como su Maestro, que no vino a ser
servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos.
El más importante es el que antepone
el interés de los demás, a su propio interés, el que como dice Pablo, considera
a los otros como superiores a él mismo.
Jesús nos da un toque de atención para que
miremos la realidad con los ojos de Dios y sepamos descubrir dónde está el
Reino. Mirada positiva y esperanzada, llena de fe, esperanza y amor.
Dónde está Dios,
dónde está el Reino de Dios:
·
En tu corazón, en tu interior. Estamos bautizados, somos templo de
Dios, tenemos el Espíritu Santo.
·
En los Sacramentos: en la Eucaristía, la Reconciliación, en estos
momentos cuando Dios se nos muestra con más claridad.
·
En la Palabra de Dios.
·
En la Iglesia, una sola Iglesia que es santa, y al mismo tiempo
necesitada de conversión. En nuestra comunidad, en nuestra Hermandad, en
nuestra parroquia.
·
En la oración que hacemos solos en la intimidad, y cuando nos
encontramos en grupo.
·
En aquellas situaciones que dan testimonio de nuestra fe.
·
En los momentos de servicio generoso y gratuito. Cuando ayudamos a
un pobre, cuando visitamos y acompañamos a un enfermo o a un preso, cuando
escuchamos a alguien, cuando enseñamos y aconsejamos, cuando, en definitiva,
vivimos las obras de misericordia.
·
Siempre que amamos de verdad. Amar significa tocar, una frente ya
ajada de años, una mano, que sufre una enfermedad terminal.
·
En las personas, especialmente en aquellas menos amadas y
valoradas, en aquellas que les falta lo necesario para vivir con dignidad, y en aquellas que
teniéndolo todo no tienen nada en su interior.
Y la lista puede
continuar. Dios es Dios y no lo podemos contentar ni limitar. Busquémoslo,
miremos la vida e intentemos ver dónde se encuentra Dios para unirnos a Él.
Este es el tiempo
favorable, este es el tiempo de la salvación, para la Iglesia y para ti, para
todos. ¿Sabes por qué?. Porque te lleva a la PASCUA, y Pascua significa que la
vida ha ganado, no han vencidos las tinieblas ni la muerte, sino la luz y la
vida. Por fin, el grano de trigo que se sembró en la tierra el Viernes Santo,
ha resucitado en espiga de primavera el Domingo santo de la Pascua.
Tomás García Torres
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