Qué tienes tú
mi Esperanza,
que agolpes de tu mirada,
las flores se van abriendo
para lanzarte sus pétalos
en cascadas desde el cielo.
Que tienes tú
mi Esperanza,
que a golpes de tu mirada
de esa carita morena,
mi corazón se estremece
y se me quitan las penas de ver a
tu hijo muriendo,
porque se que está muriendo,
pero es trigo que se siembra.
Que tienes tú
mi Esperanza,
que a golpes de tu mirada
allá por Miguel Redondo
se disparan las saetas
de las resecas gargantas.
Quién
te plantó ese jardín
en el verde de tu manto,
con hojarascas de oro
y flores de fina seda,
¿no conocería el Paraíso
donde Dios a Adán pusiera?.
¡Oh
dulce fuente de amor!,
hazme sentir tu dolor,
que a golpes de tu mirada
yo siempre contigo sea
hijo fiel de tu Señor.
No es preciso
que te cante,
no es preciso que te alabe,
que a golpes de tu mirada
mejor choquera, no cabe.
Esperanza coronada.
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