domingo, 22 de enero de 2012

CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO



CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)


LECTURAS:

Primera Lectura: Deuteronomio 18,15-20
Salmo 94
Segunda Lectura: Primera Corintios 7,32-35
Evangelio: Marcos 1,21-28

"En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sabado siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
-¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de ¨Dios.
Jesús lo increpó:
-Cállate y sal de él.
El espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos:
-¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo.
Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.
Su fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea".


REFLEXIÓN


Recuerdo el tiempo, en el que la mayor parte de las gentes llevábamos los mismos horarios de trabajo, de colegio, de tiempo libre; a cualquier hora podíamos encontrarnos en la calle o en los lugares preparados para ello: parques, solares en los que los niños jugábamos al pincho, a la villalba, o al trompo.
Este tiempo es complicado, es complicado incluso encontrar un día y una hora para poder juntarnos y hacer una reunión, o quedar para celebrar un cumpleaños o para realizar una convivencia. Cada cual llevamos nuestro ritmo y nuestras rutinas, y somos pobres, muy pobres, al no poder disponer de tiempo para la familia y los amigos.
¿Qué está pasando? ¿A quién le interesa que esto funcione así? ¿Alguien sale beneficiado de este ritmo de vida? ¿Somos conscientes de lo que perdemos y de lo que ganamos viviendo de esta manera? ¿Y de lo que pierden o ganan los que están a nuestro alrededor?
Son importantes los encuentros, y a Jesús le gustan los encudentros. Nos encontramos hoy en la sinagoga de Cafarnaún. Y hoy ocurrirá algo grande. La emoción será extraordinaria.
En la sinagoga Jesús enseña y actúa. En seguida los que escuchan quedan sorprendidos por la manera de enseñar. Llega más y mejor a las personas y lo que dice es convincente. El mensaje de Jesús es nuevo, fresco, llega al corazón. La monotonía y el aburrimiento no existen para él. Habla, se hace escuchar, convence y emociona. su pedagogía no es la de los maestros de la Ley. Además, habla con autoridad. ¡Qué maestro!
Todos están atentos. Las palabras de Jesús llegan al corazón de los oyentes. ¡Son palabras auténticas! No son palabras vacías. Son coherentes con su vida; su mensaje va acompañado por su testimonio y por los hechos. La autoridad de Jesús hace crecer la ilusión en el corazón de aquellos que le escuchan. No quiere dominar, no los carga con leyes. viene a dar vida. Anima a las personas. Los quiere librar de lastres inútiles.
La autoridad de Jesús es provocativa. El mal y el espíritu del mal no pueden resistir la palabra salvadora del Maestro. Y la reacción negativa no se hace esperar. El espíritu del mal no puede contenerse ante una claridad tan luminosa. La tiniebla rechaza la luz. Por eso el poseido estalla con violencia: "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros?...". Aquí vemos el poder de Jesús. Él ha venido a destruir el mal y a liberar a las personas. ¡Qué emoción había en la sinagoga! Pero Jesús no tiembla. Su autoridad destructora del mal se hacde más manifiesta y enérgica: "Cállate y sal de él". Son unos momentos de fuerte tensión. La comunidad aguanta la respiración. Profunda emoción y silencio absoluto. ¿Qué sucederá? La fuerza de Jesús y su autoridad liberan a aquel pobre hombre atrapado por el espíritu del mal. Y, en medio de aquella situación tan tensa el mal de aquel hombre sale con violencia y gritando.
De nuevo el pueblo proclama que Jesús enseña con autoridad una doctrina nueva. ¡Esto es fascinante! Los espíritus malos no pueden resistir su autoridad y su magisterio. Él transforma a las personas y las libera.
Dejémonos penetrar por la Palabra de Dios y por la alegría de creer en Jesús. Esta fuerza de Jesús en nuestra vida ha de ser capaz de transformarnos para poder comunicar de palabra y con hechos nuestra profunda convicción cristiana.
Seguro que en todas las casas de Cafarnaún los hechos de aquel sábado son objeto de comentario. Y todos se explican los detalles. Al ser sábado no pueden salir de casa e ir al encuentro de Jesús, ya que la distancia que se puede caminar es limitada en día festivo hasta la puesta del sol. El evangelio de hoy ni agota la jornada de Jesús. Seguirá el próximo domingo con el almuerzo en casa de Pedro y la curación de su suegra y después, al anochecer, todos saldrán de casa e irán al encuentro de Jesús. Así lo comentaremos dentro de una semana.
Y nosotros, en esta celebración, seguro que nos sentiremos también impresionados y conmovidos por la palabra y la acción de Jesús. Él, también hoy, como siempre, nos preside y se hace presente en la eucaristía. Deseémoslo con ardor y abrámosle nuestro corazón y, entusiasmados, sigamos la fiesta con la profesión de nuestra fe, diciéndole que queremos amarlo y seguirlo siempre.

Tomás García Torres










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