DOMINGO 15 DE JULIO
XV DOMINGO ORDINARIO (CICLO B)
1ª
Lectura: Amós 7,12-15
Salmo
84: “Muéstranos, Señor tu misericordia y danos tu salvación”.
2ª
Lectura: Efesios 1,3-10
PALABRA DEL DÍA
Marcos 6,7-13
“En aquel tiempo, llamó Jesús a los doce y los fue enviando
de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que
llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni
dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de
repuesto. Y añadió: -Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de
aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el
polvo de los pies, para probar su culpa. Ellos salieron a predicar la
conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los
curaban”.
REFLEXIÓN
El
evangelio de hoy tiene relación con Marcos 3,14. Jesús instituye en primer
lugar el grupo de los Doce con un determinado fin (estar con Él, enviarlos a
predicar y expulsar demonios) y en un segundo momento se produce el envío
propiamente dicho. Su misión va a tener éxito, puesto que el final del texto
refiere que, en efecto, los discípulos enseñan, sanan y liberan. Ahora bien,
¿por qué este éxito? Vamos a dirigir nuestra mirada hacia las instrucciones. Jesús
les dice que tomen únicamente un bastón y sandalias, e insiste en lo que no van
a necesitar. Esto no puede sino sorprender, ya que, cuando se prepara un viaje,
lo primero en lo que se piensa es en lo que hay que coger. Es una manera de
decir que lo verdaderamente necesario ya lo tienen: haber sido elegidos y
enviados por Jesús, y haber recibido (y gratis) su misma autoridad y poder
sobre el mal y el sufrimiento. El resto de las cosas son secundarias.
Mirad,
la tentación de cualquier creyente no es tanto el ateísmo o la indiferencia
ante lo religioso, como la de hacerse un dios a su medida, a la medida de sus
gustos y comodidades. La tentación de cualquier religión no es desaparecer sino
caer atrapada en las redes del poder, en los criterios de normalidad cultura,
del pensamiento imperante, el ser manejada.
Dios
despierta, por medio de su Espíritu, vocaciones, carismas y servicios. Eso que,
habitualmente, llamamos pasión por algo. La vocación de profeta, como todas,
podía ser una salida profesional retribuida, o podía ser una vida dura que, por
la oposición de algunos, exigía vivir con esfuerzo.
Si el
profeta era fiel a Dios, una parte reaccionaba con ira. Si decía lo que
halagaba los oídos, se notaba demasiado su cobardía, era despreciado. ¿Quién
querrá asumir una tarea así?.
Amós,
en medio de la sencillez de su vida:
“…soy pastor y cultivador de higos”, siente y escucha la llamada de Dios.
Como Jeremías, como otros, no se había planteado esa posibilidad, pero recibe
la invitación y responde que sí. Desde entonces su vida es otra. Apasionante y
comprometida. Intensas: “El Señor me sacó
de junto al rebaño y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo de Israel”.
Tener
vocación es escuchar en lo más profundo de tu interior, donde la propia
personalidad se entiende como distinta, la invitación pronunciada con un: ¡Ve!
Una expresión entre seductora y exigente. Algo que se intuye como prometedor y
desafiante reto, atractivo e inquietante, pero sin lo que ya no se entiende la
propia vida. Los que hemos experimentado esta llamada, y con tremendo miedo,
hemos dicho como Samuel: “Aquí estoy,
Señor, para hacer tu voluntad”. Lo sabemos, como muchos de vosotros.
Porque,
es sentir que algo merece la pena, no porque hay una recompensa económica
detrás, no porque sea fácil su ejecución, sino porque la propuesta es
interesante, engancha, es una propuesta que ya ejerce la misma presión que un
caramelo en un niño. Hermana, hermano, nuestra comunidad, en cada Eucaristía
que celebramos nos transmite esa misma invitación: ¡Id!
Pero,
mira, no vas de vacaciones, no prepares nada, sólo déjate preparar por Dios, ve
libre, sin ataduras, confiando en la hospitalidad y en el corazón grande y
solidario de las gentes que te encuentres en tu camino. Deja todos los “por si
acaso”. Eres peregrino, y el peregrino mete en su mochila lo imprescindible, lo
demás va a dificultar su camino.
Son
muchas las cosas que pueden atarnos, muchos los señuelos que nos pondrán en el
camino, pero la llamada que Jesús nos dirige, tiene las mismas connotaciones
que las dirigidas a Amós, Pablo, Pedro y tantos, a lo largo de la historia. Nos
quiere libres, así Pablo se lo manifiesta a los cristianos de Galacia: “Para que seáis libres, os liberó Cristo,
vosotros estáis llamados a la libertad…”
ENTRA Y ORA EN TU INTERIOR
La tentación, de utilizar a Dios
como escudo para nuestros inconvenientes, es grande. Eso nos lleva a deformar
su imagen de Padre y hacerla parecer a lo que deseamos. Pero en el Dios
cristiano hay una palabra clave, confianza, confiar en un Dios que es Padre,
que es Hijo, que es Espíritu, que es Comunidad y Familia que son dos de los
grandes dones que nos regala.
Hermana,
hermano, es muy fácil ser religioso al estilo de lo que cada uno quiere. Es muy
fácil construirse ídolos, falsos dioses que nos encantan porque responden a
nuestros gustos, cómodo y facilón. La fe religiosa siempre necesita preguntarse
sobre sí misma, ser sincera, crítica, honesta, adulta y madura. Eso requiere un
proceso y la ayuda de la comunidad en la que siempre hay profetas.
ORACIÓN FINAL
¡Qué mejor oración, que este himno
cristológico de Pablo a la comunidad de Éfeso!.
Bendito
sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona
de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en
la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e
irreprochables ante Él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que
tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza
suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de
los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche
para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar